A la cercana primavera le pido…

Por María del Socorro Pensado Casanova

Un sabio diplomático y muy querido amigo, Pavel, me dijo no hace mucho que, “la fortuna sonríe al que sabe a dónde va” y toda la razón tiene. No se trata de tener el mañana escrito en un diario con puntos y comas sobre lo que se pretende que suceda, sino en ir forjando sueños para que cuando el momento oportuno ocurra y esos sueños se transformen en hierros dulces, nuestra luz propia permita gozarlos en esta vida terrenal.

No hay prisa cuando sale el sol, no tenemos porque apresurar aquello que viene, ni añorar lo que hemos vivido, pero sí que debemos salir a flote y para ello es necesario reconocer quiénes somos, lo que valemos, lo que somos capaces de dar para cumplir con nuestras metas y con ello lograremos darnos lo que merecemos. A pesar de que es muy cierta la frase de Haruki Murakami, “Lo que sea que estás buscando no va a llegar en la forma que lo esperas”, sí que es verdad que lo que llegue a nuestro camino será lo mejor que nos pase, porque será el resultado de nuestra propia cosecha.

Sobre cosechas, todos sabemos que mucho antes de recoger los frutos, viene la siembra de semillas que debe ser realizada sobre una tierra fértil y preparada para que aquellas elegidas logren crecer y reproducirse, luego el tiempo y los cuidados que éstas reciban harán maravillas… No son casualidades las fiestas para San Isidro Labrador en mayo, ni el esfuerzo de los trabajadores agrícolas, pues así tampoco lo son las notificaciones que tenemos todos los días para cultivarnos y de paso fortalecer nuestras semillas minuto a minuto.

Sobre semillas, existen miles de variedades y por cada cultivo deben sembrarse semillas de más, por sí acaso no se logran todas. De igual forma, en nosotros, se encuentra la posibilidad de dedicarnos a fijar metas y objetivos cuyo propósito será cumplirlos. Con esto, no me refiero a que nos obliguemos a escribir cientos de promesas en una hoja en blanco que al final no sabemos si podremos cumplir y muy probablemente esa hoja se pierda.

A lo que me apego es, a ser visionarios del panorama en el que nos encontramos y permitirnos en un mapa, el trazo de una ruta que incluya nuestro pasado, presente, futuro (soñado y querido), en conjunto con posibles dificultades y facilidades que pudieran ocurrirnos en el andar del sendero. Por supuesto, sin olvidar colocar en las coordenadas principales del mapa, la serie de propuestas y fines personales bien fijados, alimentarlos y fortalecerlos, para que logren crecer y dar frutos. Con lo anterior, conseguiremos que al momento en que ocupemos el lugar de Alicia y le preguntemos al gato qué dirección tomar... Con seguridad, pasión, confianza y esperanza, podremos elegir la mejor oportunidad que se nos presente en el lapso de tiempo en que nos encontremos.

Ahora bien, como todos sabemos, en el desarrollo de la vida no todo va de color rosado, nos enfrentaremos a las distintas adversidades que vayan aconteciendo, pero sí que es importante reconocer, que tal como hasta ahora hemos sido lo suficientemente hábiles para superar los miedos y las derrotas, lo seguiremos siendo el día de mañana. Recordemos que, finalmente es gracias a los malos ratos que somos sensibles a observar la belleza de la naturaleza cada mañana con la luz del sol y con ello sentir más fuerza, seguridad en el actuar, y como referí, conservar la esperanza de existir.

Dediquemos los segundos a disfrutar lo que acontece, a lo esperado y a lo espontáneo, dejemos de calificar mucho o poco los momentos que vivimos, gocemos el crecimiento personal que no dejamos de aumentar en ningún momento y reconozcamos que un día más es un día menos para el logro y la vivencia de nuestros sueños.

Que no nos pesen tanto las acciones pasadas como lo suelen hacer y que el fin del invierno sea tan sonoro, como aquel poema de Juan Ramón Jiménez. Aún estamos a tiempo de prepararnos para darnos la oportunidad, de buscar un minuto de mensajes de amor propio cada día y de compartir el presente con quiénes mejor nos nazca, sin dejar de transformar las derrotas en victorias.